En donde encontrarán distintas miradas actuales sobre investigaciones de cine que se vengan desarrollando en ámbitos académicos de por allá lejos y que puedan servir, no tanto como ejemplos a seguir sino como modestos modelos de análisis válidos para orientar investigaciones en la escena local. Esto

Cine de Riesgo

Por Natalia Font[1]

 

 

Vicente Sánchez-Biosca, Cine y Vanguardias Artísticas: conflictos, encuentros, fronteras. Barcelona: Paidós, 2004.

 

      

 

            Dreams that money can’t buy (1946) es un film dirigido por el berlinés Hans Ritcher, financiado por Peggy Guggenheim y co-creado con algunos de los artistas más interesantes del momento: Max Ernst,  Alexander Calder, Man Ray, Marcel Duchamp, y Fernand Léger. Para entonces, Nueva York se había convertido en el epicentro tanto de la literatura como de las artes plásticas y el cine, y es precisamente en la gran manzana, a mediados del siglo pasado,  donde las múltiples formas artísticas se conjugan y se encuentran, en las noches neoyorquinas, con las propuestas de transeúntes tales como: Allen Ginsberg, William Burroughs, André Breton, Joan Miró, Jackson Pollock y Mark Rothko, entre otros.

            La película, narrada en una paródica y divertida voz en off rimada, muestra en siete capítulos poéticos, oníricos -y fronterizos tanto con la imaginería surrealista como con los ingredientes del psicoanálisis jungiano- a un psiquiatra que es capaz de “leer” y re-crear los sueños y deseos de sus pacientes. Cada sueño plasmado a la manera de Ernst, Calder, Man Ray, Léger, Duchamp y el propio Ritcher, que además de cineasta es artista plástico. Colaboración colectiva, con sátira y auto-ironía, Dreams… no es sólo interesante como propuesta cinematográfica sino también como texto vanguardista tardío, experimental, arriesgado, rupturista y también como relato de acceso al mundo plástico y personal de cada una de los artistas partícipes.

            En su libro, Sánchez-Biosca incursiona en éste y muchos otros films fuera del mainstream, con destacada calidad estética y comprometida propuesta vanguardista que vale la pena re-visitar. En mi caso, el encuentro con Dreams… y su pirotecnia colorista y humorística hace la lectura de todo el libro.

Cine y Vanguardias Artísticas recorre arqueológicamente y respetando una mirada temporal gran parte de la historia del cine de vanguardia desde Das Cabinet des Dr. Caligari (Wiene, 1920) hasta la insólita y cinéfila película española Arrebato (Zulueta, 1980). Transita por todos los clásicos y esperados mojones de la vanguardia cinematográfica: El Acorazado Potemkin (Eisenstein, 1925), Metrópolis (Lang, 1927), L'Âge d'or (Buñuel, 1930), y otros no tan esperados como la propuesta femenina de la polifacética Maya Deren en  Meshes of the Afternoon (1942), o las fantasías homosexuales y s/m de Kenneth Anger en Fireworks (1947), Spellbound (Hitchcock, 1945) y la revolucionaria La hora de los hornos (Getino y Solanas, 1968).

Primero es importante recordar  que  las  vanguardias artísticas, movimientos audaces y comprometidos estética y éticamente, han dejado su estela de influencias y apropiaciones a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del siglo XXI. En este libro, Sánchez-Biosca no intenta vincularse con la problematización inherente a la definición de vanguardia ni apropiarse de sus ya múltiples -y a veces contradictorios- sentidos canónicos. Por el contrario, más allá de las definiciones, Sánchez-Biosca busca afrontar el fenómeno de la vanguardia amplia y laxamente y abordar todo discurso cinematográfico vanguardista en tanto: “obligado inexcusablemente a definir una actitud ética, una consciencia histórica y a proclamar la insuficiencia (¿inoperancia?) de una revolución formal o meramente provocativa” (17).

Un aspecto a destacar es que en el libro se recorren y debaten un espectro de producciones cinematográficas occidentales que no se limitan sólo a Europa y EEUU sino que abarcan también a América Latina. De esta manera, a través de los capítulos, en arreglo temporal pero también geográfico, se ponen en relieve las mutuas influencias entre estéticas y cinematográficas, los modelos que cada artista o grupo ha creado como proyecto vanguardista y su comunión o conflicto con la coyuntura correspondiente. El enfoque cultural está bueno porque permite pensar las distancias y los acercamientos entre por ejemplo: el expresionismo y el Kammerspielfilm alemán, la Nouvelle Vague francesa, el Free Cinema inglés y The New American Cinema o entre la poética vertoviana del Cine Ojo y el Gran Estilo UFA o entre el Cinema Novo y el Tercer Cine.

Además, el libro también apuesta a estudiar la recepción de cada una de las películas y cortos, tanto por el público como por el grupo de intelectuales de la época.

En este sentido, uno de los momentos más atrayentes y tal vez polémicos es el apartado referido al cine de Hollywood, la industria cultural y el cúmulo de despreciativas asociaciones maquinísticas que lo rodean. Sin detenerse en las consideraciones de Adorno o Horkheimer al respecto de la industria cultural, Sánchez-Biosca rompe y desestima algunos preconceptos o prejuicios que a menudo están presentes en los cinéfilos o estudiosos del cine, sobre Hollywood y sus producciones.  Debate con calidad y ejemplos documentados las supuestas ultra-conservadoras y anti-artísticas propuestas de Hollywood y propone mirar a la evolución de la poderosa industria como un ejemplo de modernidad, de “dinamismo inquieto”, rupturas, antropofagias creativas y experimentación tecnológica. Incluso tal vez como ejemplo metonímico de lo que ha sido la historia de la vanguardia cinematográfica desde sus comienzos; un conflicto irresuelto entre industria y arte, entre elitismo y popularidad: “la vanguardia cinematográfica, más que la literaria, teatral o pictórica, hubo de arrastrar a lo largo de toda su existencia: la dialéctica entre el mercado y la radicalidad artística” (56). Al respecto, vale leer con atención lo referente a Intolerance (D.W. Griffith, 1916), The Cat and the Canary (Leni, 1927) y The Roaring Twenties (Walsh, 1939).

All in all, una mirada inteligente y enriquecedora que deambula por diversos escenarios y estructuras visuales/narrativas que merece ser leída y comentada.



[1] Paul Varjak: Sing Sing?

Holly Gologhtly: [she gargles] . Yes. I always thought it was a ridiculous name for a prison. Sing Sing, I mean. Sounds more like it should be an opera house or something.

Breakfast at Tiffany's,  1961.


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